Cuando Camila Riquelme dejó Chillán para comenzar Psicología en la Universidad
de Talca, todo era incertidumbre: nueva ciudad, nuevos rostros y la distancia con
su familia. En medio de esa sensación de desarraigo, encontró un primer refugio
en un cartel: “Pro Animalistas Utalinos”.
“Estaba pasando por días complicados,
Camila R.
me sentía sola. Entrar al grupo fue como abrir una ventana. Hacer algo que me
apasiona, y con gente que también venía de otras ciudades, me hizo sentir que no estaba tan sola”
Casos como el de Camila se multiplican entre quienes llegan desde otras regiones
a estudiar en Talca, ya que es una ciudad universitaria por excelencia en la Región del Maule. Cada año, recibe a cientos de estudiantes que llegan desde distintas zonas del país con la esperanza de construir un futuro a través de la educación superior.
Aunque Talca ofrece múltiples oportunidades académicas y culturales, la transición no siempre es sencilla para quienes arriban desde lejos. La distancia física se traduce muchas veces en un desarraigo emocional que pesa y condiciona las primeras experiencias.
Las principales casas de estudio de la ciudad, como la Universidad de Talca, la Universidad Católica del Maule y la Universidad Autónoma de Chile, concentran esta llegada constante de estudiantes foráneos. Ellas han visto crecer año a año este fenómeno.
Entre las preocupaciones iniciales más comunes se encuentran la dificultad para socializar, la sensación de soledad y la presión por adaptarse rápidamente a un entorno académico más exigente y competitivo.
Estas preocupaciones afectan no solo el bienestar emocional, sino también el desempeño y la motivación de los jóvenes que intentan abrirse camino en esta nueva etapa.
Espacios y programas que transforman la experiencia
El entorno físico y social de las universidades tiene un rol fundamental en el proceso de adaptación de los estudiantes.
El campus Lircay de la Universidad de Talca, por ejemplo, es un espacio amplio y lleno de áreas verdes que invitan al encuentro y al descanso.
Los estudiantes se instalan bajo los árboles para conversar, repasar materia o simplemente desconectarse por unos minutos.
Las terrazas y explanadas son puntos de encuentro donde las charlas, el estudio y la creación de lazos sociales se dan naturalmente.
Los caminos entre facultades están rodeados de ciclovías, zonas deportivas y rincones ideales para leer o simplemente relajarse.
Estos espacios no solo promueven el bienestar físico, sino que también facilitan la conexión social, tan necesaria para quienes llegan de lejos.
Las universidades de Talca han identificado esta necesidad y han diseñado estrategias para fortalecer los vínculos entre estudiantes.
En la Universidad Católica del Maule (UCM), el Programa de Bienestar Estudiantil ofrece talleres de meditación, círculos de lectura, jornadas de autocuidado y espacios de contención emocional.
Paola San Martín, trabajadora social en la UCM, destaca: “Nos interesa que los estudiantes no solo rindan bien académicamente, sino que también se sientan parte de la comunidad.”
La Universidad Autónoma, por su parte, impulsa iniciativas abiertas que incluyen talleres de fotografía, teatro, defensa personal y deportes.
Rodrigo Leiva, encargado de Vida Universitaria, señala que “Hay muchos
estudiantes que llegan sin conocer a nadie. Estos talleres son una vía rápida y
natural para formar lazos”, explica Rodrigo Leiva, encargado de Vida Universitaria.

En la Universidad de Talca, destacan las tutorías entre pares, las ferias de agrupaciones estudiantiles y un sistema de acompañamiento psicoeducativo que ha resultado clave para la integración.
Según cifras internas, más del 60% de los estudiantes foráneos participa en al menos una actividad de este tipo durante su primer semestre.
Estas iniciativas ayudan a que el proceso de adaptación sea menos solitario y más enriquecedor.



Historias de transformación y pertenencia
Un claro ejemplo del impacto positivo de estas redes de apoyo es la historia de Daniel Ibáñez.
Daniel llegó desde Parral a estudiar Psicología en la modalidad vespertina con muchas expectativas, pero también con mucha incertidumbre.
“Los primeros dos meses no hablé con nadie fuera del aula. Me iba temprano a la universidad solo para no estar tanto tiempo en la casa que arrendaba. Me sentía muy solo”, recuerda.
Sin embargo, al enterarse del programa Experiencia UA, decidió participar para compartir sus conocimientos como técnico en enfermería en un taller de salud para sus compañeros.





Con el paso del tiempo, Daniel logró consolidar un círculo de amistades en Talca. Hoy se siente cada vez más integrado a la vida universitaria.
“Accedí con gusto. Me hizo sentir útil y acompañado”, comenta, al recordar cómo involucrarse en actividades le ayudó a adaptarse.
Aunque a veces extraña Parral, su ciudad natal, reconoce que el cambio ha valido la pena:
“A veces extraño Parral, pero ya me siento parte de esta ciudad”, concluye.
Camila Osses: entre la soledad inicial y el baile como refugio
Camila Osses, estudiante de segundo año de Psicología en la Universidad de Talca, recuerda su llegada a la ciudad como un proceso difícil, a pesar de conocerla previamente. “Me sentía rara, como fuera de lugar. Aunque tenía amigos, igual me sentía sola. Llamaba todos los días a mis papás, y aún lo hago”, comenta.

Uno de los aspectos que más le costó fue el ritmo urbano. Camila venía de una zona tranquila, sin tráfico ni ruido constante, y la vida en Talca la abrumó desde el primer momento. “Donde vivía no hay autos ni motos. Aquí el ruido me sobrepasaba”, confiesa.
El cambio comenzó cuando se unió al grupo de danza de la universidad. Allí encontró un espacio donde sentirse parte, donde pudo expresarse y compartir con otros. Desde entonces, ha participado en presentaciones en vivo en Talca y Curicó, lo que fortaleció su confianza y sentido de pertenencia.



“El primer año es el más difícil, uno se siente solo, pero con el tiempo todo mejora. Aún extraño mi casa, pero ya siento que aquí también tengo un hogar”, asegura con una sonrisa.
Datos que respaldan las emociones
Una encuesta aplicada a estudiantes foráneos de distintas universidades de Talca respalda estas experiencias con números concretos.
- El 64% de los encuestados reconoció tener dificultad para socializar en sus primeros meses.
- El 60% admitió haberse visto afectado emocionalmente por la distancia con su familia.
- El 78% afirmó haber participado en alguna actividad extracurricular durante el primer semestre.
- Un 50% señaló que planea volver a su ciudad de origen tras titularse, mientras que el resto se plantea establecerse en Talca.
Entre los espacios donde los estudiantes generan sus primeros lazos de confianza destacan:
- La universidad, a través de ferias, clases y talleres.
- Los compañeros de casa o pensión.
- Las redes sociales, que permiten mantenerse conectados con el mundo y hacer nuevos amigos.
- Las agrupaciones estudiantiles, que canalizan intereses comunes y generan sentido de pertenencia.
Estos datos reflejan que la adaptación es un proceso complejo y personal que va más allá de las aulas.
Además, la inserción laboral en Talca muestra cifras alentadoras, ya que según estudios internos de las propias universidades, más del 75% de los egresados logra emplearse en su área dentro del primer año tras titularse.
Esto refuerza la idea de que estudiar en Talca no solo es una etapa de transición, sino también una oportunidad real para establecer un proyecto de vida.
A esto se suman espacios comunes que propician la cercanía, como agrupaciones culturales, coros universitarios, colectivos deportivos e iniciativas vinculadas a causas sociales.
La participación en estas instancias permite a los estudiantes canalizar intereses personales y construir redes afectivas genuinas y duraderas.
Talca, un nuevo hogar
En conclusión, Talca no solo recibe estudiantes: los transforma.
La ciudad y sus universidades han logrado consolidar un entorno que, aunque desafiante al inicio, brinda herramientas reales para la integración emocional, social y profesional.
Porque cuando los vínculos se consolidan y las instituciones escuchan y acompañan, Talca deja de ser un lugar de paso y se convierte, poco a poco, en un nuevo hogar.
— Oliver Wendell Holmes Sr.
“Donde amamos está nuestro hogar; un hogar que nuestros pies pueden dejar, pero no nuestros corazones”.
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