En Talca, cada vez más estudiantes enfrentan desafíos que van más allá de las aulas. El alto costo de vivir fuera del hogar, el precio del transporte y la dificultad para encontrar arriendos accesibles son parte del día a día. Muchos de estos factores están directamente ligados a lo que se conoce como economía foránea, es decir, el movimiento de recursos y servicios desde fuera de la ciudad que influye en nuestra realidad local.
Comprender la economía foránea ayuda a entender por qué el arriendo sube, por qué el pasaje no baja, y por qué los productos esenciales a veces cuestan más. Por ejemplo, el aumento en el valor del arriendo en sectores estudiantiles o el encarecimiento del transporte público no siempre responde a lo que pasa en Talca, sino a factores externos que entran a jugar en el mercado local. Con esta mirada crítica, los estudiantes pueden tomar decisiones más inteligentes y planificadas.
Hoy, más que nunca, los alumnos de Talca deben tener una visión clara de cómo funciona su entorno económico inmediato. La economía foránea no es un concepto lejano: está en el precio del pan, en el arriendo de tu pensión, en el colectivo que se toma hacia la universidad. Informarse es el primer paso para enfrentar estos desafíos con herramientas reales.
Datos económicos
Vivir como foráneo en Talca implica adaptarse a un estilo de vida donde la administración del dinero semanal es fundamental para sobrellevar los gastos diarios. Gracias a la recopilación de una encuesta vía Google Forms por redes sociales logramos recopilar información variada respecto a el caso de algunos estudiantes La gran mayoría de los estudiantes señala que su saldo les alcanza para cubrir toda la semana (88,9%), mientras que un pequeño porcentaje (11,1%) indica que la duración de su dinero depende de las circunstancias semanales. Esto refleja que, aunque la mayoría logra mantener cierta estabilidad financiera, existen fluctuaciones que pueden poner en riesgo su presupuesto si no se maneja adecuadamente.
En cuanto al saldo semanal que los estudiantes reciben o manejan, se observan diversas cantidades, lo que refleja una heterogeneidad en los niveles de apoyo económico. Las cifras más frecuentes oscilan entre los $50.000 y los $10.000 semanales, con algunos casos extremos que reciben tan solo $2.000. Estas variaciones responden tanto a las posibilidades económicas de las familias como a los gastos personales de cada estudiante. Por ejemplo, quienes tienen un presupuesto más ajustado deben priorizar la alimentación y transporte, dejando en segundo plano otros gastos como el entretenimiento o materiales de estudio.
El método de pago también es un aspecto importante en la dinámica financiera del estudiante foráneo en Talca. La mayoría prefiere utilizar tarjeta de débito (72,64%), lo que sugiere una mayor bancarización y control sobre los gastos. Sin embargo, todavía hay un grupo considerable (27,26%) que sigue manejando efectivo, lo cual puede deberse tanto a la falta de acceso a sistemas bancarios como a la costumbre o la necesidad de utilizar efectivo en ciertos comercios locales. Este aspecto también influye en la duración del saldo, ya que el uso del débito permite llevar un mayor control y registro de los gastos.
Vivir lejos de casa no es tarea fácil, y muchos estudiantes foráneos deben organizar sus recursos con mucho cuidado. Según los datos recogidos, el 54% de ellos recibe beneficios del Estado, lo que les permite enfrentar de mejor manera los costos de estudiar y vivir en otra ciudad. Aun así, un 46% no accede a estos apoyos, lo que puede hacer más difícil su experiencia. Además, el 66,67% cuenta con beneficios específicos para financiar sus estudios, mientras que el resto debe buscar otras alternativas. Entre sus principales prioridades, destaca la alimentación, demostrando que cubrir lo básico sigue siendo una necesidad urgente para la mayoría.
En general, la vida foránea en Talca se caracteriza por una economía semanal cuidadosamente administrada, donde cada estudiante debe adaptarse a su realidad financiera. Los montos que manejan y los métodos de pago que utilizan son indicadores no solo de sus condiciones económicas, sino también de su nivel de organización y adaptación. A pesar de las limitaciones que puedan enfrentar, la mayoría logra cubrir sus necesidades básicas, lo que demuestra una capacidad de gestión destacable en un contexto muchas veces desafiante.
¿Cuánto cuesta moverse por la ciudad?
En este Genially exploraremos y compararemos las tarifas actuales de distintos medios de transporte urbano: aplicaciones de movilidad , colectivos, microbuses y taxis. Analizaremos sus diferencias, ventajas y costos para ayudarte a tomar decisiones informadas al momento de trasladarte para llegar a tu universidad.
Testimonios y reflexiones
Diego Astorga – “yo pago mis estudios a través del Crédito del Estado o CAE, el cual pido al 100%, no poseo ni un tipo de beca, ni he trabajado ahora mismo, ni en ningún momento por necesidad. los que me financian mis estudios son mis padres” “lo que yo creo llegar a gastar en un mes es alrededor de 80 mil pesos, rondando esa suma, ya que a mi me dan 30 mil pesos al mes”
Martin Freghman – “mis estudios los pague en el primer año con el CAE, el beneficio del CAE y ya en el segundo año en adelante con la gratuidad, tengo la opción de la beca del cae aunque no la ocupo, tengo la gratuidad que incluye la juna, y si recibo apoyo económico de mi familia pero relacionado para vivir o comer” “yo en un mes gastó casi todo lo que me dan, que son 60 mil pesos, o 70, depende y eso sumado a lo de la juna que son 40 o 45 eso es lo que gastó en un mes”
Renato Tranamil – “Mis estudios los estoy pagando en base a la gratuidad y la beca baes en el tema de la alimentación, si tengo becas, las anteriormente mencionadas, beca de gratuidad, la baes y todo lo que conlleva esta. trabajo ocasionalmente y si recibo apoyo familiar para el tema alimentación y arriendo”
Daniela Hermosilla – “de momento estoy financiando mis estudios con el cae, pero todo lo que es arriendo y gastos básicos lo cubro con la beca indígena y residencia indígena, trabaje un tiempo pero junto a la carrera se me hizo mucho así que tuve que renunciar y mi familia me apoya mas que nada con el tema de la comida porque mi mamá está trabajando en un reemplazo, entonces al ser muchos hermanos como que no puede aportar más”
“considerando arriendo, comida y una que otra salida por ahí, son aproximadamente 200 mil pesos al mes”
Javiera Zamora – “Me llamo Javiera, vengo de la ciudad de puerto natales, en la región Magallanes, estudio kine en la universidad Católica del Maule. Actualmente estoy en mi segundo año y me mantengo principalmente al apoyo de mis papás, me ayudan con el arriendo y gastos fijos, tambien tengo la beca Juan Gomez Millas que me cubre parte importante del arancel y la beca de alimentación de la junaeb, no estoy trabajando en este momento, porque kine es una carrera bastante demandante, pero en un futuro sí me gustaría.”
Jose Miguel – “Hola soy Jose Miguel, estudiante de la Universidad Católica del Maule, estoy en geología, estoy en 4to año de la carrera, mi familia vive en Chillán y yo estudio acá en Talca, así que me toca viajar los fines de semana. Trabajo haciendo clases particulares a niños entres sexto y octavo básico, mis padres corren con los gastos de mi educación y tengo una reducción en el arancel por haber obtenido notas destacadas en el colegio.”
“en un mes con arriendo y todo, entre 250 y 300 mil estoy gastando”
Estudiar en regiones como el Maule no solo significa enfrentar la carga académica, sino también lidiar con el costo de la vida universitaria. Aunque muchos jóvenes acceden a beneficios estatales, la experiencia demuestra que eso no siempre basta. Arriendos, alimentación, materiales y transporte son parte de una lista que mes a mes tensiona el bolsillo de los estudiantes y de sus familias.
Diego Astorga, estudiante universitario, depende completamente del Crédito con Aval del Estado (CAE) para financiar sus estudios. No cuenta con becas ni trabaja, y su sustento mensual proviene del apoyo familiar.
“Yo pago mis estudios a través del CAE, el cual pido al 100%. No poseo ningún tipo de beca ni he trabajado por necesidad. Los que me financian mis estudios son mis padres”, explica.
A pesar de contar con ayuda económica, su presupuesto mensual es reducido.
“Lo que yo creo llegar a gastar en un mes es alrededor de 80 mil pesos, ya que a mí me dan 30 mil al mes”, comenta, revelando las dificultades de ajustarse a un presupuesto tan limitado.
Martín Freghman vivió una transición en el sistema de financiamiento. El primer año utilizó el CAE, pero desde el segundo accedió a la gratuidad. A esto se suma la beca de alimentación JUNAEB (BAES), aunque sus gastos suelen superar lo entregado por las becas.
“Mis estudios los pagué en el primer año con el CAE y ya en el segundo con gratuidad. Tengo la opción de la beca CAE, aunque no la ocupo. También recibo apoyo económico de mi familia, pero relacionado para vivir o comer”, relata.
“Yo en un mes gasto casi todo lo que me dan, que son 60 o 70 mil pesos, y eso sumado a lo de la JUNA que son 40 o 45 mil, eso es lo que gasto en total”, agrega.
Otros estudiantes combinan distintos apoyos del Estado con trabajos esporádicos. Es el caso de Renato Tranamil, quien cuenta con gratuidad y beca BAES, pero aún así requiere apoyo familiar.
“Trabajo ocasionalmente y sí, recibo apoyo familiar para el tema alimentación y arriendo”, señala.
Renato reconoce que las becas alivian, pero no cubren todo: “Mis estudios los estoy pagando en base a la gratuidad y la BAES en el tema de la alimentación”.
La historia de Daniela Hermosilla es otra muestra de cómo los estudiantes deben combinar múltiples fuentes para subsistir. Ella financia su carrera con el CAE, pero sus gastos básicos los cubre gracias a la beca indígena y la residencia indígena.
“Trabajé un tiempo, pero junto a la carrera se me hizo mucho, así que tuve que renunciar”, confiesa. Hoy, su madre, con un trabajo temporal, la apoya en lo que puede, principalmente con alimentos.
“Considerando arriendo, comida y una que otra salida, son aproximadamente 200 mil pesos al mes”, dice.
Desde Puerto Natales, en la región de Magallanes, Javiera Zamora llegó a Talca a estudiar Kinesiología. Lejos de su hogar, depende del respaldo familiar y del Estado.
“Me mantengo principalmente con el apoyo de mis papás. Me ayudan con el arriendo y los gastos fijos”, cuenta.
A esto se suma la beca Juan Gómez Millas, que cubre parte del arancel, y la beca de alimentación de JUNAEB.
“Kine es una carrera bastante demandante, por eso no estoy trabajando ahora, pero en el futuro sí me gustaría”, afirma.
Finalmente, José Miguel, estudiante de Geología, ha encontrado en las clases particulares una manera de equilibrar su presupuesto.
“Trabajo haciendo clases a niños entre sexto y octavo básico”, señala.
Aunque cuenta con un descuento por rendimiento académico, es su familia quien costea mayoritariamente su educación.
“Mi familia vive en Chillán, así que viajo los fines de semana. En un mes, con arriendo y todo, estoy gastando entre 250 y 300 mil pesos”, calcula.
Los testimonios dejan claro que, aunque el sistema de beneficios estatales como la gratuidad, el CAE o las becas de alimentación alivian parte del peso económico, los estudiantes deben complementar estos apoyos con trabajos, ayuda familiar o incluso endeudamiento.
La realidad de vivir y estudiar en Talca —como en muchas otras ciudades universitarias— exige más que solo esfuerzo académico:
requiere estrategias de sobrevivencia económica que, en muchos casos, condicionan la experiencia universitaria.









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