La epidemia que afecta a miles en la Región del Maule

Actualmente, cerca de un 0,8% de la población de la Región del Maule vive con diabetes tipo 2, se plantea un grave problema de salud pública. Este número representa a 9.026 personas con dicha enfermedad dentro de una población total de 1.123.008 habitantes en la región.

En los últimos años, los casos de diabetes han crecido de manera sostenida. Si antes se consideraba únicamente en adultos mayores, hoy también afecta a jóvenes e incluso a niños, motivado por estilos de vida cada vez más sedentarios y una alimentación saturada de azúcares, harinas refinadas y alimentos altamente procesados.

Las mujeres presentan una vulnerabilidad particular frente a la diabetes. Por un lado, muchas desarrollan diabetes gestacional durante el embarazo, un tipo transitorio que, sin embargo, eleva significativamente el riesgo de padecer diabetes tipo 2 en los años siguientes. Por otro, la menopausia marca otro punto crítico: los cambios hormonales pueden favorecer la ganancia de peso, aumentar la resistencia a la insulina y agravar factores de riesgo preexistentes.

Los expertos Diego Concha y Maria Paz Espinoza señalan que: si no se implementan acciones preventivas inmediatas, los casos continuarán en aumento, generando un costo significativo tanto para el sistema de salud como para la calidad de vida de miles de individuos.

Uno de los principales retos de la diabetes tipo 2 es su diagnóstico tardío. En numerosas situaciones, se identifica cuando ya hay problemas serios. La enfermedad progresa de manera silenciosa, impactando órganos fundamentales y deteriorando la salud global sin presentar indicios claros durante años.

Además del impacto físico, la diabetes produce una considerable carga económica. Su tratamiento incluye visitas médicas regulares, fármacos, insulina, pruebas de laboratorio y, en situaciones más severas, internaciones hospitalarias, intervenciones quirúrgicas e incluso amputaciones. No solo supone un reto para el sistema sanitario público, sino que también ejerce una presión continua sobre el economía de los pacientes y sus familias.

Vivir con diabetes implica monitoreo constante.

El origen de la diabetes 

Todo se inicia con una condición denominada resistencia a la insulina. Las células corporales, en particular las del músculo, hígado y tejido adiposo, dejan de reaccionar correctamente a esta hormona, fundamental para que la glucosa llegue a las células y se convierta en energía.

El páncreas busca solucionar este inconveniente generando más insulina. Inicialmente, lo consigue. Sin embargo, con el paso del tiempo se deteriora y la insulina deja de funcionar. En consecuencia, la glucosa se acumula en el torrente sanguíneo, provocando una hiperglicemia. Esta fase puede persistir sin síntomas por años.

Alonso González, nutricionista, alerta que numerosas personas ya presentan signos alarmantes sin haber sido diagnosticados: alta glucosa en ayunas, presión alta, sobrecarga de grasa en el abdomen o un bajo colesterol HDL. Estas son señales tempranas no deben de ignorarse.

Se conocen los factores de riesgo principales: obesidad, historial familiar, hipertensión, sedentarismo, estrés persistente, ausencia de sueño y una dieta inadecuada.

En la sociedad, el consumo de carbohidratos refinados, especialmente harinas, se ha vuelto una costumbre profundamente arraigada. Esta preferencia no solo responde a la disponibilidad y bajo costo de estos productos, sino que también se ha instalado culturalmente como parte del patrón alimentario diario.

El consumo excesivo de pan y harinas refinadas es parte de una costumbre alimentaria difícil de romper en la sociedad chilena.

El endocrinólogo Diego Concha señala que muchas personas consideran que los carbohidratos son fundamentales para la vida. No obstante, el organismo humano tiene la capacidad de generar toda la glucosa que requiere a partir de grasas y proteínas. “Los carbohidratos son el único macronutriente no crucial en la alimentación”, señala, y agrega que muchos médicos no divulgan esta información, dado a que tampoco la han estudiado en profundidad.


Complicaciones que van más allá de la enfermedad 

Esta enfermedad no solo afecta el metabolismo de la glucosa. Si no se controla correctamente, puede dañar múltiples órganos y sistemas, generando complicaciones severas que afectan profundamente la salud.

A nivel cardiovascular, aumenta significativamente el riesgo de sufrir infartos, accidentes cerebrovasculares, hipertensión y enfermedades arteriales. La glucosa elevada daña los vasos sanguíneos y favorece la inflamación.

La nutricionista María Paz Espinoza advierte que la diabetes puede provocar complicaciones severas si no se maneja adecuadamente.

Entre las principales se encuentra la retinopatía diabética, que afecta la retina y puede deteriorar la visión; la nefropatía diabética, que daña progresivamente la función renal; y la neuropatía diabética, que compromete al sistema nervioso y puede provocar perdida de sensibilidad, dolor, y daño en las extremidades.

En casos avanzados, este deterioro puede llevar incluso a una amputación de extremidades debido a la necrosis del tejido.

En los riñones, el impacto también puede ser importante. La nefropatía diabética es una de las principales causas de insuficiencia renal crónica, una condición que puede derivar en diálisis o trasplante.

El sistema nervioso se ve comprometido cuando aparece la neuropatía periférica, que provoca hormigueo, perdida de sensibilidad, dolor y debilidad en extremidades, dificultando la movilidad y aumentando el riesgo de lesiones graves.

En el caso de los ojos, se presentan cataratas , glaucoma y retinopatía, esta última una de las principales causas de perdida visual en adultos. Estas afecciones muchas veces avanzan sin síntomas evidentes en las primeras etapas, pero pueden ser tratadas si se detectan a tiempo.


Control efectivo y sostenible

En Chile, muchas personas optan por seguir fármacos indicados por sus médicos. No obstante, son pocos los pacientes que se complementan con cambios reales en su estilo de vida.

El tratamiento farmacológico es frecuente, pero no sustituye los cambios reales en el estilo de vida de quienes viven con diabetes.

Nicole Corválan, activista de alimentación saludable señala que hay una dependencia casi exclusiva de los medicamentos que se traduce a un círculo vicioso que aumenta, porque alivia temporalmente los síntomas, pero no garantiza ninguna mejora sostenible.

En paralelo, grandes farmacéuticas como Novo Nordisk, Sanofi y Eli Lilly dominan el mercado global con ventas multimillonarias de insulina y antidiabéticos orales. Esto refuerza un modelo donde el negocio gira en torno a dominar a la sociedad.

Ante este panorama, una dieta equilibrada y las modificaciones constantes en el estilo de vida. Una alimentación, abundante en vegetales, proteínas magras, grasas saludables y reducida en azúcares y harinas refinadas, tiene el potencial de frenar e incluso contrarrestar la evolución de la diabetes tipo 2.

Recomendaciones alimentarias

  • Proteínas magras: Pollo, pescado, huevos, tofu.
  • Fuentes vegetales proteína y fibra: Lentejas, garbanzos, y porotos. Frutos secos como almendras, nueces, pistachos, maní.
  • Granos integrales y carbohidratos: Quinoa, avena integral, arroz integral, y pasta integral.
  • Verduras y frutas bajo índice glicémico: Acelga, brócoli, calabacín, pepino, frutas como manzana, pera, frutilla, naranja.
  • Grasas saludables: Aceite de oliva, palta y aceitunas.

La evidencia es clara: la diabetes tipo 2 se puede prevenir, controlar e incluso revertir. Pero requiere un enfoque activo, educación, conciencia y voluntad política. Este desafío, aunque inmenso, también representa una oportunidad: cambiar hábitos, cuidar la salud y frenar una epidemia silenciosa que amenaza a millones.