Moda maulina: Talca cose identidad

La moda en Talca vive un momento de auge. A pesar de estar lejos de los circuitos centrales de diseño, como Santiago o Valparaíso, la ciudad ha comenzado a gestar una escena propia, impulsada por diseñadoras jóvenes y proyectos con identidad propia. La distancia con la capital ya no parece un obstáculo, sino una oportunidad para crear desde la periferia, con otros tiempos, otros materiales y otra visión.

Diseñadoras y diseñadores que apuestan por quedarse en su ciudad están logrando dar visibilidad a una forma de crear que mezcla estética, conciencia y pertenencia.

A 260 kilómetros de Santiago, el panorama textil de Talca se caracteriza por una mezcla de iniciativas emergentes, referentes históricos y una creciente organización y colaboración entre marcas locales. Aunque aún incipiente y con desafíos de visibilidad, la moda que se produce desde el Maule comienza a trazar una ruta reconocible y coherente.

En los últimos años ha crecido significativamente el número de emprendimientos vinculados al diseño de vestuario, la confección artesanal y las propuestas sostenibles. Muchas de estas marcas están lideradas por jóvenes que decidieron instalarse en Talca y desarrollar sus proyectos desde la región, sin emigrar a otras ciudades más grandes.

RedRum: La moda disruptiva de Talca

RedRum es una marca talquina que apuesta por una estética punk marcada por el uso de cuero negro, cadenas y accesorios con actitud. Su creadora, Tamara, ha desarrollado esta propuesta desde 2021 y ha logrado mantener un crecimiento constante dentro de la escena local.

RedRum no solo ha presentado colecciones propias, sino que también ha organizado eventos como REDRUM HELLBOX, una fiesta techno en la que fusiona música y moda para lanzar nuevas líneas de vestuario. Este tipo de iniciativas demuestran que los diseñadores talquinos no solo crean ropa, sino que también generan espacios culturales donde lo textil dialoga con otras disciplinas.

“Uno de mis propósitos es crecer desde Talca. Que vengan los diseñadores para acá y no al revés”.

La marca también ha participado en eventos regionales de mayor envergadura, como el desfile MOMA 2024, que se ha consolidado como una vitrina importante para mostrar el trabajo de los creadores maulinos. Este evento ha servido como plataforma para que distintas marcas puedan exhibir su identidad ante públicos más amplios.

DUSO: reciclar para transformar

Otra propuesta destacada que nace en la región es DUSO, fundada por Vivi Retamal que trabaja con géneros reciclados. La búsqueda de estos materiales, que luego son transformados en piezas únicas, es parte central del proceso creativo de la diseñadora. En su trabajo refleja su mirada responsable y comprometida con el entorno.

El resultado de DUSO ha tenido impacto tanto dentro como fuera del Maule. En 2024, la marca logró llegar a la pasarela de Nueva York, participando en la Semana de la Moda. Este hito fue posible gracias al apoyo de la comunidad local y a la visibilidad obtenida en eventos como el MOMA 2024.

Desfile MOMA: Donde la moda maulina se junta

El desfile MOMA 2024 se realizó el 28 de junio y reunió a distintas marcas locales. Más que un evento de moda, fue una instancia que permitió exhibir talento regional, difundir distintas técnicas de diseño y promover la colaboración entre creadoras y creadores de la zona. La pasarela estuvo marcada por una estética uniforme, con un código de vestimenta completamente negro que dotó de identidad al evento.

Además de servir como espacio de encuentro creativo, MOMA también tuvo un componente solidario. Parte de la recaudación estuvo destinada a apoyar a DUSO en su participación internacional, lo que convirtió el evento en una experiencia que articuló arte, comunidad y apoyo mutuo.

Bounds: Identidad y autenticidad sin rostro

Entre las marcas presentes en MOMA también estuvo Bounds, un emprendimiento que trabaja principalmente con materiales chilenos, especialmente algodón. Su creador, quien prefiere mantener el anonimato, se inspira en referentes internacionales como Maison Margiela, tanto en lo estético como en la decisión de permanecer fuera del foco mediático.

“No necesito mostrar mi cara. Quiero que me reconozcan por mis prendas”.

Bounds se caracteriza por una elaboración cuidadosa y una mirada crítica sobre los materiales utilizados. En su forma de trabajo, hay una intención de mantener altos estándares de calidad y al mismo tiempo ser responsable con el proceso de producción. Esta búsqueda lo ha llevado a consolidarse como una propuesta de autor dentro del circuito emergente de Talca.

La escena de moda talquina es, un conjunto de proyectos individuales que, sin dejar de tener estilos muy definidos, confluyen en la idea de crecer de manera colectiva. El desfile MOMA ha sido uno de los espacios que ha permitido esta articulación, generando un punto de encuentro donde lo personal se convierte en parte de un ecosistema común.

El rol de los modelos

Los modelos también han jugado un rol clave en esta dinámica. Aunque muchas veces invisibilizados frente a las marcas, su trabajo es fundamental para que las colecciones cobren vida en las pasarelas y redes sociales. Tal es el caso de María Paz Alarcón, una modelo que ha logrado visibilidad gracias a su participación en eventos como MOMA y ahora trabaja con marcas como @MORIR y @SAINT, marcas talquinas. “Fue una oportunidad. Me vieron otras marcas y me escribieron después del desfile”.

María Paz Alarcón, modelo de @MORIR y @Saint.

La costura maulina y su memoria

La escena de la moda en Talca no se limita solamente a las nuevas generaciones. Existen también historias de mujeres que han dedicado su vida a la costura, desde tiempos en que la moda se ejercía desde la necesidad y no como una expresión artística o comercial. Estas trayectorias ofrecen una perspectiva distinta pero complementaria al fenómeno actual.

Rosa Moraga es una de esas figuras. Modista desde la década del 70, comenzó confeccionando cotonas y uniformes escolares. Su primera gran inspiración fueron las revistas Pantone, que usaba para crear vestidos a medida. Aprendió a coser gracias a su madre, quien le transmitió las técnicas básicas desde muy pequeña.

Rosa Moraga

En la ciudad de Curicó, Maritza Pérez abrió en 1984 la boutique La Negrita, ubicada en la calle Estado #790. Con tan solo 24 años, sin haber podido estudiar, vio en el textil una manera de generar ingresos a través del comercio. En ese entonces viajaba a Santiago para traer ropa nueva, mucho antes de que llegaran las grandes cadenas, ropa americana y malls chinos. 

Maritza recuerda que uno de los momentos más difíciles fue la irrupción de la tarjeta de crédito, ya que muchas personas comenzaron a comprar en multitiendas, lo que afectó profundamente al comercio local. “La tarjeta de crédito mató al comercio pequeño. Las grandes tiendas se lo llevaron todo”. Aun así, su boutique fue un punto de referencia durante años para muchas mujeres curicanas. 

Maritza Pérez

Silvia Moraga de 84 años, también ha tenido un largo recorrido como modista. “Empecé a coser a los 16 años y estudié moda en Talca durante los años 70. Posteriormente abrí mi propio negocio, Opus Tour, en el Paseo Estado de Curicó, logré buenos resultados durante mi primera etapa comercial”.

Silvia empezó confeccionando ropa para los hijos de las profesoras y poco a poco fue ganando clientas. Aunque con el tiempo los materiales fueron cambiando, ella sigue prefiriendo trabajar con telas como la seda, la lana y el algodón. Hoy, a pesar de su edad, se sigue haciendo su propia ropa.

Silvia Moraga

“He cosido de todo: seda, algodón, lana, lo que haya”.

Estas trayectorias permiten ver cómo la moda ha sido parte de la historia cotidiana de muchas mujeres en la región. No desde las grandes vitrinas, sino desde los talleres, las máquinas de coser en casa y los pequeños locales comerciales. La continuidad entre esas generaciones y las actuales marca una línea de tiempo poco explorada.

Talca es una pasarela

Caminar por Talca también es recorrer esos vestigios. La ciudad y sus rincones son pasarelas, espacios donde la moda se realza, ya sea en antiguos locales del centro, en los pasajes donde funcionaban las boutiques o en espacios actuales donde nuevas marcas instalan sus showrooms.

Ambientes como el Paseo Peatonal, El Club Social, o el Centro de Extensión de la Universidad de Talca han sido escenarios de desfiles, ferias de diseño y encuentros textiles. En esos espacios se cruzan generaciones, técnicas y estéticas que configuran un imaginario propio del territorio.

La moda talquina hoy no depende de grandes nombres ni de campañas publicitarias masivas. Se construye desde la identidad, desde el reciclaje, desde el detalle, y también desde la memoria. Cada prenda es testimonio de un proceso largo, muchas veces invisible, pero profundamente significativo.

Las diseñadoras actuales valoran ese cruce entre pasado y presente. Aunque buscan innovar en estilos, también reconocen la importancia de quienes las precedieron, y de las historias que se hilvanaron en las décadas anteriores. Talca no parte de cero: tiene cimientos que ahora toman nuevas formas.

Compromiso y esfuerzo es la moda del maule

Si bien el crecimiento de esta escena aún enfrenta limitaciones como la falta de apoyo institucional, vitrinas estables y formación técnica especializada, los proyectos continúan avanzando. La autogestión, las colaboraciones entre marcas y el uso de redes sociales han sido herramientas claves para sostener este impulso.

La moda en Talca no es solo una tendencia pasajera. Es un proceso profundo de años que involucra identidad, territorio, y una forma distinta de mirar la creación. Lejos de los centros comerciales, pero cerca de su comunidad, lo que ocurre en el Maule empieza a trazar su propia huella dentro del diseño nacional.

Lo que antes eran iniciativas dispersas, toma forma como una escena textil emergente. Una escena que mira hacia el futuro sin perder de vista su origen, sus referentes y su historia. La moda en Talca, en todas sus versiones, se está construyendo desde lo local, con puntadas firmes y un hilo que no se corta fácilmente.