Cambiarse de ciudad para estudiar no es solo una decisión académica: es un giro profundo en la vida personal. Para muchos jóvenes que vienen de localidades pequeñas, iniciar una carrera en ciudades como Talca implica enfrentarse por primera vez a la independencia total.
Lo que parece una oportunidad soñada viene acompañada de desafíos inesperados: encontrar un lugar donde vivir, adaptarse a un entorno desconocido, sobrevivir económicamente y sostenerse emocionalmente lejos de la familia. Todo ese proceso de adaptación puede marcar un antes y un después en sus vidas.
El desafío de encontrar alojamiento: Costos, disponibilidad y condiciones de arriendo
Uno de los mayores retos iniciales es el alojamiento. Los estudiantes deben enfrentarse a precios altos, contratos exigentes y habitaciones que muchas veces no cumplen con condiciones mínimas de comodidad o seguridad.
En la mayoría de los casos, el arriendo representa más de la mitad del gasto mensual. La poca disponibilidad en sectores céntricos obliga a algunos a instalarse en zonas alejadas, aumentando los tiempos y costos de transporte.
“Con mi trabajo en el mall y la Junaeb me las arreglo, pero igual se hace difícil”, comenta Martín Astete, estudiante de Electricidad que dejó Longaví para estudiar en Talca.
Muchos estudiantes arriendan en condiciones informales, sin contrato ni garantías legales. “Llegan sin conocer la ciudad y arriendan lo primero que encuentran, a veces en lugares inseguros”, explica Consuelo Becerra, trabajadora social de JUNAEB.


El alza de precios en temporada alta agudiza la situación. “Durante enero a marzo se produce una especulación que encarece el arriendo, especialmente cerca de universidades”, advierte Bárbara López, asistente social de la Municipalidad de Talca.
A falta de residencias estudiantiles públicas, los estudiantes deben resolverlo por sí solos. Algunos comparten habitaciones o departamentos. Otros viven en piezas pequeñas, sin cocina ni privacidad.
La situación es especialmente compleja para quienes llegan con presupuestos ajustados. Magdalena Soto, estudiante de Kinesiología, recuerda: “El viaje desde Rengo era muy caro. Por eso arrendé, pero ahora tengo que organizar la plata para el arriendo, las cuentas y la comida”.
Talca, como ciudad universitaria, aún no está del todo preparada para esta demanda. Las soluciones existen, pero muchas están en discusión más que en práctica.
“Lejos de casa, el mayor desafío no son solo las clases, sino encontrar equilibrio entre el estudio, el trabajo, el arriendo y la soledad.”
Primeros meses: choque cultural y adaptación
Llegar a una ciudad más grande también trae otros cambios. Hay que acostumbrarse a moverse en micro, encontrar los lugares donde comprar más barato y adaptarse a un ambiente más rápido.
Para quienes vienen de lugares tranquilos, el ruido, el tráfico y el ritmo de vida pueden ser estresantes. Es común sentirse perdido o desorientado, sobre todo cuando uno no conoce a nadie.
“Longaví es tranquilo, acá hay demasiada gente, y no sabía qué micro tomar ni cómo llegar a los lugares”, recuerda Martín. Su experiencia se repite entre muchos estudiantes del Maule y O’Higgins.

Nicolás Palacios, estudiante de Informática, comenta: “En Talca no conocía a nadie. Me sentía incómodo con el silencio, como muy solo”. Él decidió viajar a Rengo cada fin de semana para estar con su familia y su perro.
La falta de redes familiares o sociales incrementa esa sensación de desarraigo. “Los estudiantes que llegan solos están más expuestos a condiciones precarias de vida y también a la ansiedad”, señala Consuelo Becerra.
La ciudad puede parecer hostil al comienzo. Magdalena recuerda su experiencia: “La gente me respondía mal. Llegaba a Rengo enojada porque acá todos andan apurados y nadie saluda”.



Pero no todo es negativo. Con el tiempo, muchos logran generar nuevas redes de apoyo. “Después hice amigos en el instituto, y eso me ayudó a aguantar el estrés”, dice Martín.
La integración a actividades extracurriculares, como talleres, centros de estudiantes o ferias comunitarias, es clave para formar vínculos y conocer el entorno.
Desde la municipalidad, se han promovido iniciativas para acercar a los estudiantes a sus barrios, como talleres en centros comunitarios o alianzas con juntas de vecinos.
“Cuando los jóvenes se sienten parte de la comunidad, mejora su autoestima y su rendimiento académico”, afirma Bárbara López. Las relaciones humanas importan tanto como las materias.
Adaptarse, entonces, no es solo cuestión de tiempo, sino también de contexto y oportunidades. Algunas personas se integran rápido. Otras no logran sentirse parte, incluso después de años.
El impacto en la salud mental: Nostalgia, estrés académico y redes de apoyo
La salud mental es un aspecto poco visible, pero fundamental. La soledad, el estrés académico y la presión económica pueden acumularse hasta causar ansiedad o desmotivación.
“Llegué sin conocer a nadie, y no encontrar trabajo me tiró para abajo”, confiesa Martín. Como él, muchos estudiantes experimentan los efectos emocionales de vivir solos por primera vez.
El desarraigo no solo se siente, se somatiza. Aparecen síntomas como insomnio, irritabilidad, trastornos alimentarios o dificultad para concentrarse.
“El sistema nervioso entra en alerta constante cuando no hay certezas. Eso puede generar ansiedad crónica”, advierte Oriana Veloso, psicóloga clínica.
¡Mira este video sobre la salud mental en los estudiantes foráneos!
Serie Brown Bag de Matias VillanuevaAlgunos estudiantes logran apoyarse en nuevas amistades o mantienen contacto diario con sus familias para sostenerse emocionalmente.
Otros, en cambio, enfrentan el proceso en soledad. Y cuando no hay atención oportuna, las consecuencias pueden ser graves: abandono académico, crisis emocionales o retraimiento social.
“Me costó estar sin mi familia, pero después aprendí a hacerme cargo de mis cosas y eso me dio más confianza”, comenta Magdalena. Para ella, adaptarse fue también un proceso de empoderamiento.
La contención se vuelve un recurso vital. Un buen compañero, un docente cercano o un funcionario del establecimiento pueden marcar la diferencia en un mal momento.
“Pedir ayuda no es debilidad, es valentía. Hablar permite buscar estrategias”, dice Veloso. Por eso, desde JUNAEB y las universidades se ofrecen orientaciones psicosociales y acompañamiento.
Entre las estrategias que más ayudan a mantener el bienestar emocional están:
- Mantener contacto frecuente con la familia o redes de apoyo.
- Establecer rutinas estables de estudio, descanso y alimentación.
- Pedir ayuda cuando se sientan sobrepasados.
- Participar en grupos, actividades o talleres que permitan generar vínculos.
- Reconocer que adaptarse toma tiempo y que sentirse mal al inicio es normal.
Lugares clave en Talca: lo que todo estudiante foráneo debe conocer
Durante el proceso de adaptación a una nueva ciudad, es fundamental contar con espacios que permitan desconectarse de la rutina académica y liberar el estrés que conlleva estar lejos de casa. En Talca, lugares como el Jardín Botánico de la Universidad de Talca cumplen precisamente esa función: ofrecen un respiro del ritmo universitario y un entorno natural propicio para el bienestar emocional de los estudiantes foráneos.
El Jardín Botánico de la Universidad de Talca se ha convertido en uno de los lugares favoritos para los estudiantes que llegan desde otras regiones del país. Este extenso espacio natural, que combina flora nativa y exótica, ofrece un entorno tranquilo y acogedor ideal para relajarse después de las clases, hacer caminatas o simplemente disfrutar de un momento de conexión con la naturaleza. Para quienes están en proceso de adaptación a una nueva ciudad, estos momentos de calma y contacto con el entorno pueden marcar una gran diferencia.



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Además de ser un pulmón verde en medio del campus, el jardín funciona como un punto de encuentro social y cultural. Es común ver a grupos de estudiantes compartiendo un picnic, estudiando al aire libre o participando en actividades organizadas por la universidad. Este espacio no solo brinda distracción, sino que también ayuda a crear lazos entre compañeros y a construir una red de apoyo esencial para quienes están lejos de casa por primera vez.
Otro espacio muy valorado por los estudiantes foráneos en Talca es el Parque Río Claro, un lugar amplio y lleno de vida que se extiende a lo largo del río del mismo nombre. Este parque ofrece zonas verdes, ciclovías, espacios deportivos y áreas de descanso, lo que lo convierte en un punto ideal para despejar la mente, hacer ejercicio o simplemente pasar tiempo con amigos. Su ambiente relajado y natural ayuda a desconectarse del estrés académico y a disfrutar de la ciudad desde una perspectiva más recreativa.

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Lugares clave para trámites y gestiones esenciales
Además de los espacios recreativos, Talca ofrece lugares de gran valor social y formativo que enriquecen la experiencia de los estudiantes foráneos. Un ejemplo destacado es la Casa de la Juventud, un centro comunitario que promueve la participación activa, el desarrollo personal y el bienestar emocional de los jóvenes. Allí se realizan talleres, actividades culturales y asesorías gratuitas que permiten a los estudiantes integrarse, expresar sus intereses y encontrar apoyo en su proceso de adaptación. Este tipo de espacios no solo entretienen, sino que también entregan herramientas significativas para enfrentar los desafíos de la vida universitaria lejos de casa, tales como la gestión del pase escolar.

Dentro de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, los estudiantes foráneos cuentan con el respaldo de iniciativas como ExperienciaUA, un programa diseñado para acompañar y apoyar su adaptación a la vida universitaria. A través de actividades como talleres psicoeducativos, jornadas de autocuidado, orientación psicológica gratuita y eventos recreativos, este espacio busca fortalecer el bienestar emocional y académico de los jóvenes que llegan desde otras ciudades. Más que un servicio de apoyo, ExperienciaUA se convierte en una red de contención que promueve la integración, el autocuidado y el sentido de comunidad dentro del campus.


El Terminal de Buses Lorenzo Varoli en Talca es un punto esencial para los estudiantes foráneos, ya que facilita su conexión con otras ciudades y regiones. Más que un simple lugar de tránsito, el terminal ofrece servicios como cafeterías, áreas de descanso y espacios de espera que permiten a los jóvenes tomarse un momento para relajarse y organizar sus viajes. Esta infraestructura no solo facilita la movilidad, sino que también se transforma en un espacio de encuentro y distracción para quienes están en proceso de adaptación en la ciudad.


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Aunque los primeros meses son los más difíciles, muchos estudiantes encuentran estabilidad con el tiempo. La autonomía fortalece.
Más allá de lo que ocurre en las aulas, adaptarse a una nueva ciudad revela la otra cara de la vida universitaria: la de jóvenes que aprenden a sostenerse solos en un entorno desconocido, moldeando así no solo su futuro profesional, sino también su identidad y carácter.
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