¿Es posible vivir de la moda fuera de Santiago o de los grandes polos urbanos? En Talca, Curicó o Linares, hay jóvenes, diseñadores y emprendedores que están demostrando que sí….

Moda Maulina: ¿Se puede vivir de esto?
¿Es posible vivir de la moda fuera de Santiago o de los grandes polos urbanos? En Talca, Curicó o Linares, hay jóvenes, diseñadores y emprendedores que están demostrando que sí. Porque la moda no solo viste: también da trabajo, cuenta historias y crea identidad. Desde talleres artesanales hasta vitrinas digitales, el Maule comienza a hacerse un nombre en la pasarela nacional. ¿Cómo lo hacen? ¿Qué obstáculos enfrentan? En este largo camino se los mostraremos.
En el último tiempo, hablar de moda en la región ya no es una rareza. Tal como lo demuestra el crecimiento de iniciativas locales en el Maule, estamos frente a una nueva forma de entender la industria: con raíces, con historia y con mucho esfuerzo detrás de cada prenda.
El paisaje maulino, con su ritmo pausado y su fuerte tradición campesina, pareciera estar lejos de las luces de la alta costura. Pero la realidad es distinta. En medio de ferias, redes sociales y colaboraciones locales, emergen marcas con estilo propio y conciencia territorial.
Detrás de cada diseño hay una historia. Es lo que transmite el proyecto MOMA, creado en Talca, que busca fusionar arte, identidad y ropa urbana. Su propuesta no solo se centra en la estética, sino también en la narrativa detrás del diseño.
Otro ejemplo es IM Back, que pone en valor la reutilización textil y la sostenibilidad. Desde su taller, apuestan por un modelo de producción que desafía las lógicas del fast fashion y se conecta con un público consciente y fiel.

Pero no todo es fácil. El acceso a financiamiento, la falta de espacios de difusión y el centralismo siguen siendo obstáculos importantes. Es lo que revelan muchas de las entrevistas realizadas en terreno.
Una de las voces más potentes es la del colectivo Enredando, quienes a través de plataformas digitales como Instagram, han creado puentes entre diseñadores emergentes, consumidores y gestores culturales.
En su propuesta destaca la colaboración entre marcas, la co-creación de productos y la participación de la comunidad. Algo que, más que una tendencia, es una necesidad para crecer desde regiones.
Las plataformas digitales se han convertido en una vitrina indispensable. Instagram, TikTok y otras redes permiten a los diseñadores maulinos llegar a nuevos públicos, incluso fuera del país.
No obstante, la Moda Maulina también busca presencia física: ferias locales, eventos universitarios y alianzas con centros culturales están en el corazón de su visibilidad.
El camino aún es largo. La profesionalización, la formación técnica y el acceso a materiales de calidad son desafíos constantes. Pero el talento está.
Lo que lleva a la Autogestión
La experiencia de MOMA es una de las más potentes dentro de la moda maulina. Su Productor, Juan Pablo Rojas, creó una plataforma que mezcla diseño, arte y territorio. No solo se trata de mostrar ropa, sino de contar historias. MOMA nació como algo autogestionado, pero hoy tiene base legal y transparencia. Es una apuesta seria desde regiones.
En sus ediciones más recientes, MOMA ha incorporado también a artesanos locales del Maule, integrando oficios tradicionales como el telar, la alfarería o el teñido natural dentro del proceso de diseño. Esta fusión entre técnicas ancestrales y moda contemporánea ha permitido que nuevas generaciones descubran el valor del patrimonio material e inmaterial de la región. Así, el proyecto no solo impulsa la moda, sino que también preserva saberes que estaban en riesgo de desaparecer.
Sin embargo, avanzar no ha sido fácil. Juan Pablo comenta que aún se depende mucho de fondos concursables. Eso genera inestabilidad y poca proyección a largo plazo. Falta un apoyo más constante desde lo público. Y ese vacío afecta a todo el ecosistema creativo regional.
Esa misma fragilidad la sienten quienes participan. Modelos, creadores y productores suelen trabajar sin certezas. Benito Retamal, por ejemplo, ha trabajado con varias marcas locales. Dice que tuvo ingresos, pero no siempre es así. Depende mucho de cada marca y sus recursos.



Benito destaca que muchas veces todo se basa en acuerdos de palabra. Hay comprensión y empatía entre quienes crean. “Se entiende que muchos no tienen plata”, dice. Por eso, muchas colaboraciones se dan desde el apañe mutuo. Así se va tejiendo esta red informal.
Una lógica parecida sostiene al colectivo Enredando. Desde sus inicios han buscado juntar talentos que están fuera del radar. Ellos también trabajan con lo que hay. “Todos con talento, pero sin dinero”, dicen. Esa frase resume bien el espíritu del proyecto.
Enredando ha sabido usar bien las redes sociales. Instagram, TikTok y otras plataformas les permiten mostrar su trabajo. Así logran conectar con públicos de todo el país. Incluso, han tenido seguidores fuera de Chile. La red digital es su gran aliada.
Pero lo virtual no reemplaza lo presencial. Ferias, desfiles y eventos siguen siendo claves. Es en esos espacios donde nace el vínculo directo con la comunidad. También permiten aprender, compartir y soñar en colectivo. MOMA ha sido uno de esos puntos de encuentro.
El tema del financiamiento sigue siendo complejo. Desde Enredando mencionan fondos como el Semilla o Capital Abeja. Son ayudas útiles, pero con muchos requisitos. A veces, se exige innovación sin entender el contexto real. Eso excluye a muchos con buenas ideas.
Aun así, la moda del Maule no se detiene. Lo que se crea aquí tiene una identidad muy clara. Se inspira en los campos, los cerros y las historias locales. No busca copiar lo santiaguino, sino reafirmar lo propio. Eso le da fuerza y autenticidad.
También hay un fuerte enfoque en la sostenibilidad. Reutilizar no es solo una moda: es necesidad y conciencia. Acceder a telas nuevas es caro y difícil. Por eso, muchos trabajan con lo que tienen a mano. Y de ahí nacen cosas bellas y únicas.
Las marcas que participan en MOMA enfrentan este desafío a diario. Crear sin muchos recursos, pero con mucha creatividad. La escasez se transforma en estilo propio. Cada prenda dice algo. Habla del lugar, de quien la hizo, y de su historia.
Además, este ecosistema tiene una cultura muy colaborativa. Aquí no se compite, se coopera. Las marcas se ayudan, se prestan cosas, se recomiendan. Es una comunidad que entiende que solo juntas pueden crecer. La colaboración es vital.
Ese espíritu se transmite a los jóvenes. Cada vez más estudiantes se interesan por esta movida. Universidades y centros culturales empiezan a mirar el fenómeno. Y eso abre nuevas puertas para la formación local. Porque hay futuro en esto.



La descentralización es clave en todo esto. No se trata de llevar lo capitalino a regiones. Es valorar lo que ya existe en los territorios. Darle visibilidad y apoyo real. Porque desde acá también se puede innovar y marcar tendencia.
La gente que impulsa estos proyectos lo hace con mucho compromiso. Jornadas largas, poco descanso y mucha entrega. No siempre hay una retribución clara. Pero lo que se construye es valioso y profundo. Es trabajo desde el corazón.
Esta moda tiene raíces. No es una moda vacía o superficial. Es parte de un paisaje, de una memoria y de una comunidad. Vestirse con estas prendas es llevar el Maule encima. Es decir con orgullo: “esto es mío, esto es de acá”.
Y aunque el camino es difícil, también es esperanzador. Cada paso es un logro colectivo. La formalización, la estrategia de marca y la profesionalización están llegando. Las marcas están creciendo. Se están preparando para quedarse.
Juan Pablo insiste en que hacen las cosas bien. “Publicamos nuestras cuentas, somos transparentes”, señala. Pero también necesita un Estado que acompañe ese esfuerzo. Que reconozca que esto es cultura, trabajo y desarrollo.
Lo que pasa en el Maule es más que moda. Es un movimiento social, cultural y económico. Es identidad hecha textil. Desde MOMA, Enredando y Benito, se está bordando otra historia. Una historia que merece ser contada y apoyada.
Porque sí, se puede hacer moda en regiones. Se puede vivir de esto con dignidad, con visión y con apoyo. Y quienes lo están haciendo, ya no están esperando permiso, están creando futuro.
Como Diego Obre (Enredando, quien el cual se refiere a lo complejo que ha sido la autogestión de su proyecto “Autofinanciamiento y apañe de otras marcas, otras gentes Que tiene talento y… Todo está en la misma Con el talento pero sin dinero”, Nos comenta, dando a entender que ha salido de sus raíces y colaboraciones, como lo ha hecho junto a Benito Retamal.

”Pero más que nada dependiendo de cada marca, como que cada marca tiene su propia manera de pagar y claro, se entiende, se entiende porque muchas marcas son emprendedores, quizá no tienen los recursos y la mejor manera para ellos promocionarse es mediante uno y esa colaboración que se da entre el modelo y la marca”
Benito Retamal.-
¿Cómo es el tema de la Autogestión?
La autogestión se podría decir que es la columna vertebral de la moda o Proyectos, por ende el señor Patricio Sepúlveda (Fundados de IM Back, Proyecto talquino) nos comenta “Al principio fue pésimo, compramos fardos que nos salieron horribles”, pero no dejo caer la ilusión por este gran proyecto y siguió adelante.
Si bien el tema de la autogestión es relevante para cada proyecto de moda en el Maule, porque es como todos comienzan, esto puede llevar a la inestabilidad económica en algunos casos, los cuales no son tan conocidos, pero siempre se mencionan. Corfo, SERCOTEC, son el futuro para aquellos proyectos nombrados y autofinanciados, donde la autogestión les ha dados frutos.


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