Tres mujeres desempeñando su labor en su almacén en La Florida, Talca. Por Antonia Cerda.

Vulneración en el ambiente laboral: la realidad de las mujeres maulinas
En la Región del Maule, como en gran parte de Chile, las mujeres continúan enfrentando múltiples formas de desigualdad en el ámbito laboral. Estas diferencias estructurales se manifiestan en factores como la discriminación de género que derivan en brechas salariales, situaciones de acoso, violencia en los espacios de trabajo y barreras de acceso a mejores oportunidades laborales.
Entre el 1 de agosto y el 31 de diciembre de 2024 se registraron cerca de 14.000 denuncias amparadas bajo la Ley Karin. Lo alarmante es que el 70,7% de estas denuncias fueron realizadas por mujeres. La Dirección del Trabajo registró 9.151 denuncias en el sector privado, con un 67,8% de mujeres denunciantes. En el sector público, hubo 5.000 denuncias, siendo 76% realizadas por mujeres.
Desigualdad de género dentro de la VII Región
La discriminación de género se basa en la creencia de que un sexo es superior al otro, atribuyéndole mejores cualidades y aptitudes, lo que perpetúa desigualdades en distintos ámbitos, incluido el laboral. En este contexto, la Dirección del Trabajo define el acoso laboral como cualquier conducta física o psicológica que provoque maltrato, menoscabo o humillación, mientras que la Unión Europea considera la brecha salarial como la diferencia promedio entre los ingresos brutos por hora entre hombres y mujeres.
Teniendo en cuenta esto es que podemos tener un mayor entendimiento sobre distintas cifras que se han publicado respecto de estos temas. Uno de los más recientes es un informe de la Dirección del Trabajo, entre 2021 y septiembre de 2022, en donde la Región del Maule se posicionó como la cuarta a nivel nacional con más denuncias por acoso laboral, registrando un total de 242 casos, lo que representa el 8,6% del total del país. De estas denuncias, el 65% fue presentado por mujeres, destacando vulneraciones a la integridad psíquica y a la honra personal como las más frecuentes.
“Si yo no me acostaba con él, no me ayudaría”
Bárbara Gaete, de 52 años, con más de tres décadas en el mundo laboral, ha enfrentado reiteradas situaciones de acoso y discriminación de género. Comenzó a trabajar desde joven, en un contexto donde el respeto hacia las mujeres era escaso. Uno de los episodios más marcadores ocurrió cuando un excompañero, a quien consideraba cercano y en quien confiaba para conseguir empleo, le pidió favores sexuales a cambio de ayudarla, dejándola profundamente afectada.
“Por temas de la empresa, me terminaron despidiendo, pero en ese tiempo me hice muy amiga de un compañero. Él me dijo que me podía ayudar a conseguir un nuevo trabajo; para mí era importante porque yo en ese tiempo ya había tenido a mi hija y era pequeña. Pasaba el tiempo y no pasaba nada; yo le llevaba mi currículum, pero no me llamaba. Hasta que un día dentro de su oficina, me dijo que básicamente si yo no me acostaba con él, no me ayudaría”.


Uno de los factores que predomina en el acoso perpetuado dentro del sector de salud es la estructura jerárquica rígida que caracteriza a muchos establecimientos de salud en Chile, ya sean públicos o privados. En muchos casos, los hombres en cargos de autoridad abusan de su posición para ejercer control sobre sus colegas mujeres, desvalorizando su trabajo, asignándoles tareas injustificadas o exponiéndose a comentarios incómodos.
Rocío Aravena Muñoz, una joven de 27 años, psicóloga clínica diplomada en puericultura e infanto-juvenil, lleva aproximadamente 4 años desempeñándose en el ámbito de la salud mental. En el año 2023, durante su periodo laboral en un establecimiento educacional, ocurrieron diversos sucesos de acoso laboral por parte de un compañero de trabajo.
“Me molestaba, me decía comentarios alusivos a mi profesión, diciendo que tenía poca ética y que tenía poca experiencia. Después empezó con conductas más abusivas: cuando ya estábamos en el horario de colación, me tiraba comida, me escondía el vaso en el que tomaba café, me escondía mi cartera e incluso una vez me sacó mi billetera”.
Esta situación le generó un gran estrés; se aisló de todos sus colegas, ya que ellos veían este tipo de conductas y nadie intervenía para ayudarla. Esto provocó que ella optara por renunciar, demostrando una vez más que una mujer fue vulnerada en su lugar de trabajo y también perpetúa una cultura de discriminación y violencia que obstaculiza la igualdad de género.
Lamentablemente, en Chile, muchas empresas no ofrecen seguimiento psicológico adecuado a las víctimas, incluso cuando deberían. Gonzalo Arias, psicólogo comentó “Las empresas, en general, no hacen un seguimiento adecuado de la situación psicológica de los trabajadores”.
“En la mayoría de los casos, la salud mental se abandona desde el momento de la contratación”
“Las empresas, en general, no hacen un seguimiento adecuado de la situación psicológica de los trabajadores. En la mayoría de los casos, la salud mental se abandona desde el momento de la contratación”.
Esto es grave, ya que la evidencia demuestra que, sin un acompañamiento profesional, las trabajadoras quedan sin contención, lo que no solo les quita herramientas para enfrentar el abuso, sino que también puede desencadenar un círculo de aislamiento, deterioro emocional y deterioro físico.
Durante la pandemia del COVID-19, las condiciones empeoraron para los trabajadores: el estrés emocional, jornadas laborales extensas, cansancio físico y la constante exposición a un virus respiratorio mortal pasaron a ser problemáticas diarias. Estos factores aumentaron situaciones de estrés en donde el ambiente laboral se volvía cada vez más intenso, llevando así a numerosas situaciones de acoso.





Camila García Moreno, una joven de 27 años y oriunda de la comuna de Cauquenes, se desempeñó como TENS en el vacunatorio covid de la zona, específicamente en el año 2023. Para ese entonces, su jefa y enfermera encargada del área donde ella trabajaba era su suegra, quien Camila asegura que siempre le brindó un trato cordial, al igual que al resto de sus colegas, sin tener un trato especial. Desafortunadamente, sus pares no se tomaron de buena manera la relación externa que ellas tenían.
“Desde que se enteraron me ignoraban, no me hablaban y trataban de hablar en silencio para que no me diera cuenta. Al momento de repartir los turnos me dejaban los turnos en los lugares que tenían más trabajo, los más pesados a propósito para que yo me cansara”.
El acoso laboral es una problemática que persiste en muchos entornos de trabajo, pero se muestra de manera más grave en sectores que son tradicionalmente masculinos, tal como lo es la construcción. En estos espacios, las mujeres son minoría y se enfrentan a roles de poder muy marcados que facilitan conductas abusivas por parte de algunos compañeros o superiores, tales como comentarios secuaces, miradas invasivas o incluso palabras ofensivas.
Este es el caso de María Angélica, una mujer de 50 años, quien desempeña una labor poco común entre las mujeres; ella es operadora de grúa orquídea en una empresa de construcción. Esta compañía cuenta con una población laboral dominada mayoritariamente por hombres, lo cual la llevó a vivir una desagradable situación.
“Había un chófer de camión que me acosaba; el hombre llegaba, me decía cosas inadecuadas para mí, me incomodaba que siempre quería hacer contacto físico conmigo, cosa que era desagradable; me sentía acosada. Llegué a acudir con mi encargada para que pusiera un alto a esta situación porque yo estaba sufriendo”.
Cambios estructurales para problemas culturales
Este tipo de acoso puede parecer normalizado por el entorno, lo que dificulta que sea denunciado o al menos que se reconozca. Conductas así pueden incluir desde insinuaciones verbales hasta contacto físico no deseado, con el objetivo de desestabilizar emocionalmente a la trabajadora o hacerla sentir que no pertenece a ese espacio.
Las cifras y testimonios expuestos evidencian una realidad profundamente arraigada en el mundo laboral chileno, especialmente en la Región del Maule: la desigualdad de género, las brechas salariales y el acoso laboral siguen siendo problemáticas estructurales que afectan de manera desproporcionada a las mujeres. A pesar de los avances legales y sociales, como la promulgación de la Ley Karin, persisten patrones de abuso de poder, discriminación y violencia normalizados en distintos sectores productivos, que no solo vulneran derechos fundamentales, sino que también limitan las oportunidades de desarrollo profesional de muchas trabajadoras.



Estas situaciones no pueden seguir siendo minimizadas. Es importante que tanto los empleadores, instituciones y la sociedad en general tomen un rol activo en prevenir, denunciar y sancionar estas situaciones. La igualdad de género dentro de los trabajos y la vida en general debe ser una condición básica de respeto para todas las personas, sin importar su sexo.
La abogada y activista Camila Orellana propone una serie de medidas que deberían implementarse para evitar que las mujeres sigan siendo vulneradas en sus espacios laborales, señala que: “Capacitar tanto a las empresas como a los servicios públicos. Pero no solo a los empleadores, sino también a las trabajadoras, para que ambas partes manejen la misma información. Además, es clave que los mecanismos de acceso a la justicia sean más accesibles. Por ejemplo, que se conozcan los plazos para presentar un reclamo o una denuncia, que existan formularios disponibles para las mujeres y que en todas las comunas haya presencia de la Dirección del Trabajo donde se pueda denunciar”.
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